jueves, 26 de marzo de 2009

Mi concepto sobre la formación de valores.



Esta es la justificación de la propuesta pedagógica denominada DHILEL. Desarrollo de las Habilidades para La investigación, Lectura y Expresión Literaria.



El presente escrito es una pequeña autobiografía del autor yadiarjulian y a la vez la fundamentación de la formación de valores académicos que actualmete se forman en los alumnos del bachillerato.

Si quiere la propuesta completa escriba a: yadiarjulian@hotmail.com

“Tengo dificultad para escribir, cuando intento hacerlo mi mente tiene dificultades para plasmar mis pensamientos en un escrito, me cuesta conectar mi mente con el punzón de mi lápiz…se de mi gran dificultad provocada por mi discapacidad intelectual, mas sin embargo, día a día intento escribir lo que pienso…”
Yadiarjulian


“El valor de la investigación, la lectura y expresión literaria” por el autor de la propuesta.
Desde muy pequeño fui etiquetado por mis compañeros de primaria y por los mismos maestros como un niño con discapacidad intelectual. Esto provocó en mí un complejo de inferioridad y de fracaso escolar, tal fue mi gran fortuna que reprobé el tercer año de primaria y casi no llego a la secundaria.
Durante ese dolorosa enseñanza tradicional que me toco vivir del magister dixis (el maestro lo dice y él tiene la razón), nunca leí un libro y mucho menos escribí o plasmé una idea, queja o sentimiento en una hoja de papel, solo era un simple alfabeta funcional que únicamente leía lo que aparecía en las bardas, letreros o anuncios.
Yo soñaba con llegar a ser una persona como los demás: inteligente y normal. Durante ese amargo tiempo de estudio, nunca leí un cuento, un libro o algún artículo de alguna revista; tampoco escribí un ensayo o una pequeña composición literaria.
La escuela primaria y secundaria, de hace 25 años no me otorgó las herramientas fundamentales para mi supervivencia en mis estudios posteriores de educación media y superior. No me formaron y crearon en mí las habilidades claves para poder entender el mundo y el movimiento del mismo conocimiento, que se abordaban en las instituciones educativas y culturales.
Mis maestros de primaria y secundaria nunca se preocuparon por formar en mí el valor por la lectura, escritura y la investigación. Desde pequeño pensaba frecuentemente en cómo se formaba un valor, y en especial los valores pilares que me harían fuerte en el mundo académico, que yo aspiraba algún día entender y transitar. Y ante tal dilema descubrí y teoricé que los valores son la causa o resultado final de un proceso de trabajo, consciente y objetivo sobre algo que vale y da sentido a la vida de la misma persona. El valor es una categoría superior resultado del trabajo de tres acciones fundamentales:
• Una repetición consciente, dolorosa y objetiva de aquello que se pretende formar como valor.
• Una costumbre consciente, objetiva y ya no tan dolorosa de aquello que se está gestando como valor.
• Un hábito inconsciente y subjetivo de aquello que inició como una repetición dolorosa. El dolor desaparece para dar paso a la transfiguración del valor.
• El valor como resultado de significación que le da la persona a aquella conducta valiosa que ya está presente en él, y por tal motivo le da una identidad particular frente a las demás personas.
Siempre pensé y pienso que ese es el camino para formar cualquier valor . Si el hombre aspira a llegar a ese nivel, es necesario pasar por las tres acciones mencionadas. Es muy bueno llegar a tener muchos buenos hábitos, pero es mejor que esos “buenos hábitos” alcancen su transfiguración en la culminación de buenos valores.
Egresado de una secundaria, con un seis de promedio, con mis complejos, mi timidez y mi supuesta “discapacidad intelectual” provocado por un deficiente sistema educativo que me tocó que me instruyera desde niño y adolescente, ingresé a un bachillerato pedagógico en el seminario Palafoxiano de Puebla, mi interés por ser sacerdote me llevó a tomar la decisión de internarme en el mismo seminario. Fue en esa etapa de formación en donde yo mismo hice desaparecer mi discapacidad intelectual aplicando la teoría de las tres acciones para lograr un valor.
¡Conocí los libros!, y leí mi primera obra literaria titulada “El Principito”. En ese lugar me formaron en las tres acciones en cuanto a la formación de valores que yo no tenía como estudiante, ni como persona; valores como: el respeto, la puntualidad, el estudio, el trabajo, la lectura, la escritura, la investigación, la limpieza, la verdad, la oración, etc, etc. Etapa de mi vida muy dura y difícil para mí. Empecé a redactar y a plasmar mis primeros pensamientos, escribí mi primer cuento titulado “la triste navidad del niño Márquez”, que fue obra ganadora en el tercer año de estudio en el bachillerato. Eliminé mi discapacidad intelectual que me tenía atrapado durante 17 años de mi vida.
Ya como pedagogo egresado de la normal La Salle, pensé ayudar a mis alumnos a fomentar el valor por la lectura, expresión literaria y la investigación bajo la teoría que yo mismo pensé cuando era niño, y practiqué como estudiante en el seminario.
En mis trabajos como maestro, motivaba a mis alumnos para formar en ellos los valores académicos y humanos que harían de ellos unos alumnos exitosos. Fue ya en el Bachillerato de Bachíniva en donde se estructura la metodología denominada DHILEL, como producto de toda esa experiencia que tuve como persona, seminarista y maestro. Hoy esa metodología ya está respaldada por un equipo de maestros y descriptores que favorecen su control y evaluación sobre el desarrollo de la investigación, lectura y expresión literaria.